Dice la canción

El Temblor de Marea

album

El azogue

1 de abril de 2019

Significado de El Temblor

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"El Temblor" es una de las composiciones emblemáticas de la banda española Marea, incluida en su álbum "El Azogue". La letra, rica en metáforas y simbolismo, nos transporta a un viaje introspectivo que mezcla sentimientos de nostalgia, desencanto y búsqueda de libertad. La banda, conocida por su estilo de rock urbano y hard rock, logra combinar en esta canción la energía musical con una lírica profunda.

Desde el inicio con "Subirá el azogue en cada estancia", se establece un tono inquietante que invita al oyente a reflexionar sobre el paso del tiempo y las huellas que deja. El uso del término "azogue", que hace referencia al mercurio, puede interpretarse como una metáfora del propio fluir de la vida: resbaladizo e incontrolable. La imagen de "elefantes perdidos" sugiere una sensación de desubicación; somos viajeros vagando sin rumbo claro. Este sentimiento se intensifica con la idea de buscar “otro derrotero”, lo que nos habla del deseo humano innato por explorar nuevas posibilidades y horizontes más luminosos.

La segunda estrofa ahonda en este contexto social y cultural más amplio: el “mercadeo más urgente” representa los compromisos sociales que a menudo definen nuestra existencia contemporánea. Las “uñas de los taberneros” cargadas de “planetas, tabaco y plata” evocan los vicios y placeres mundanos, dejando entrever cierta crítica hacia cómo estos elementos pueden desbaratar sueños e ilusiones. Hay un lamento por aquellos “que nunca durmieron”, insinuando quizás la falta de descanso o paz interior que siente la sociedad actual.

En el estribillo, Marea introduce sentimientos contradictorios que giran en torno a términos como amor y ternura. Expresiones como "harto de ternura" muestran una saturación emocional; muestra cómo incluso algo tan bello puede volverse carga si se siente repetitivo o insincero. Esta necesidad de autenticidad es reforzada al mencionarse a sí mismo ante “la bruma”, un elemento nebuloso que significaría confusión pero también renovación —un nuevo comienzo tras haber vivido caídas.

El verso "De la retirada no fuimos hijos" ofrece un giro interesante al afirmar que no son producto del desfallecimiento sino portadores de palabras llenas de valor. La lucha interna entre ser vencedor o vencido añade profundidad al mensaje general: vivimos inmersos constantemente en luchas personales mientras todavía buscamos identificar nuestra esencia frente al caos externo.

Finalmente, Marea cierra con un poderoso clamor hacia ese inevitable retorno del temblor, sugiriendo que aunque enfrentemos momentos difíciles y tormentosos (como bien describe), siempre hay una posibilidad latente para renacer o volver a sentir vibrar esos instintos básicos fruto del vivir. Con este cierre abrupto pero esperanzador se reafirma que aunque sintamos desgano ante nuestra cotidianidad, nunca dejaremos atrás esa chispa vital capaz de hacernos reencontrar con lo auténtico.

Como dato curioso sobre esta canción y su álbum "El Azogue", cabe destacar que ha sido recibido con reconocimiento tanto por críticos como por fans debido a su capacidad para fusionar letras poéticas con sonidos potentes propios del hard rock español contemporáneo. Marea continúa siendo una banda influyente dentro del panorama musical español gracias a esa fuerza emotiva palpable en sus canciones como lo demuestra perfectamente "El Temblor". Su lírica trasciende lo personal para abordar temas universales sobre la existencia humana, haciendo eco en todos aquellos que han sentido alguna vez el peso del mundo sobre sus hombros mientras buscan ese nuevo horizonte lleno de esperanza.

Interpretación del significado de la letra realizada con IA.

Subirá el azogue en cada estancia
Si nos ven entrar como elefantes perdidos,
En busca de otro derrotero;
Quizá más inocente, menos resentido,
Que no se desviva en lo vivido;
Que muera buscando un horizonte nuevo.

No comimos nada: contamos veinte.
Con el mercadeo más urgente, danzaron
Las uñas de los taberneros,
Repletas de planetas, de tabaco y plata;
De la libertad que desbarata los sueños
De aquellos que nunca durmieron.

Tan harto de ternura y de tanta picadura, amor,
Ungido, me abracé al rugido que me enamoró.
Después, me encomendé a la bruma
Que puebla el último atolón;
Que enviuda y amanece, muda, con nuestro temblor.
Volverá el temblor.

De la retirada, no fuimos hijos:
Fuimos la palabra y entresijos dorados;
La levantera y el calambre.
Nos queda la certeza de sabernos vivos,
Nunca vencedores ni vencidos; regados
Por lo que queda del estambre.

¡Qué hartura de tormento –tormenta tierra adentro–, amor!
Me cansa la caricia mansa de su resplandor,
Que abrasa aquel renglón torcido
Que se vistió de perdedor...
Si yerra, me hablará la tierra, y llegará el temblor.
Volverá el temblor.

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